Acabo de leer este artículo sobre el crecimiento de los freelances y profesionales especializados que tHace unos días abrí un email dirigido a mi marido y socio, en el que yo estaba en copia, y me encontré este texto: “Fue un placer poder conocerte el pasado viernes en el Networking que organizó la CEM en el Museo Automovilístico.”
Fue leer esta frase y venírseme a la cabeza una de las enseñanzas que me regaló un antiguo jefe mío, el director creativo Luis Quesada, de quien aprendí muchos conceptos de redacción que, seguramente, no están escritos en ninguna parte. Él me dijo una vez: “Pepe, cuando veas el verbo poder seguido de otro infinitivo, prueba a eliminarlo porque, casi siempre, está de más. Así tu texto ganará en fluidez”. Y desde entonces lo he hecho cientos veces, con el resultado prometido. Y lo he transmitido a los copys que han trabajado conmigo en diferentes agencias de publicidad por las que he pasado, con ánimo de aportarles mejoras en sus textos.
Hoy leo una noticia en La Opinión sobre la próxima Maratón de Málaga, que se celebrará el 10 de dVolviendo a la frase que leí en el mail de mi marido, en seguida me di cuenta de que estaba ante uno de esos casos: “Fue un placer poder conocerte” podía convertirse en “Fue un placer conocerte” sin que se perdiera nada importante por el camino. Al fin y al cabo mi marido es un tipo al que es relativamente fácil conocer en cualquier evento relacionado con el marketing, la publicidad o la creatividad, siempre que el tema de la ponencia sea interesante, por lo debió ser relativamente fácil que alguien se lo presentara a la persona que escribió el mail.
Días más tarde, viendo una película de ciencia ficción con mi hijo, escuché esta frase que pronunciaba uno de sus protagonistas: “Solo ellos tienen posibilidades de poder detener el tiempo”. Y rápidamente me salí de la película para cuestionarme la necesidad del verbo poder más el infinitivo detener. En este caso el poder y las posibilidades me parecían, juntas, una reiteración: si tienen posibilidades de detener el tiempo es que pueden detenerlo. Luego sobraba la palabra “poder”, volviendo a cumplirse la enseñanza de mi antiguo jefe. La frase fluiría más si se planteaba sin poder: “Solo ellos tienen posibilidades de detener el tiempo”. La idea se transmitía de igual forma, pero con menos palabras. ¡Bingo! Gracias de nuevo, Luis.
Pero esta mañana de domingo, mientras leía el suplemento de El País tumbada junto a la piscina, me encontraba con este titular que parecía no encajar en la regla, y me entretuve en pensar por qué. (Me encantan esos momentos de desentrañar misterios del lenguaje…). Se trataba de una entrevista a la bailaora María Pagés, que a sus 53 sigue bailando y conservando una forma física envidiable, según la introducción a la entrevista. El titular dice “Ha sido un privilegio poder bailar tantos años”. Aquí sí, pensé, aquí sí que el “poder” tiene que estar. Porque en este caso el privilegio no es bailar, sino poder hacerlo a los 53 años; no es el bailar sino la posibilidad de seguir haciéndolo. Así que estaba ante una excepción en el mundo del baile, y una excepción en el lenguaje que lo cuenta.
Cierro la revista y los ojos, y me contagio del placer de poder seguir, también a mis 53 años, jugando mentalmente con las palabras y con las reglas que las hacen fluir en este baile que es el propio lenguaje.