Quien me conoce sabe que a mí me importa escribir bien, y también que lo que leo esté bien escrito. Por eso tengo la terrible manía de, al tiempo que estoy leyendo un libro o una noticia, buscar soluciones a las dudas lingüísticas que me van surgiendo. (Benditas dudas, y bendita Fundéu, siempre disponible y certera para solventarlas).
Hay quien piensa que dudar sobre ortografía o sintáxis al escribir es síntoma de incultura o de una educación lingüística poco sólida. Yo pienso lo contrario: la duda es síntoma de interés, de curiosidad y también, por qué no decirlo, de humildad. Y como siempre puede solventarse (gracias de nuevo a la Fundéu, a la RAE, al diccionario hispánico de dudas…), pues ¡eso que te llevas puesto!
Hoy leo una noticia en La Opinión sobre la próxima Maratón de Málaga, que se celebrará el 10 de diciembre y cuenta ya con 2.000 inscritos, muchos de ellos extranjeros que acuden alentados por el estupendo clima de Málaga en invierno (ingleses, polacos y belgas, sobre todo). Y que lo patrocina Seguros Zurich.
Y según voy leyendo, pienso ¿cómo que “el maratón”?, ¿pero no se decía “la maratón”?. Y rápidamente, sin poder evitarlo, tecleo en mi barra de navegación: la maratón o el maratón, Fundéu. Y ahí tengo la respuesta: “la palabra maratón ha variado en las últimas cuatro ediciones del DRAE”. Y ya que estoy sigo leyendo, y me voy enterando de que en 1970 el término era femenino, en 1884 aparece como masculino aunque se indica que a veces es femenino, en 2001 lo califican como sustantivo masculino, aunque al final de la definición añaden que también se puede emplear en femenino. Y así hasta que llego a “finalmente la nueva gramática española confirma que esta palabra es ambigua en cuanto al género, esto es, que puede usarse tanto en femenino como en masculino”
¿No es maravilloso? Qué lujo, qué privilegio poder encontrar respuestas inmediatas y volver a seguir leyendo la prensa con una duda menos…
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